Escribir me somete a una severa exclusión, no sólo porque me separa del lenguaje actual (“popular”), sino más esencialmente porque me prohíbe “expresarme”: ¿quién podría expresarme? Al dar vida a la inconsistencia del sujeto, su atopia, disipando el atractivo de la imaginación, hace insostenible todo lirismo (como la dicción de una “emoción” central). Escribir es…